GESTIÓN E HISTORIA FORESTAL RECIENTE

Análisis de la problemática existente y propuesta de alternativas

Pérdida de superficie forestal arbolada y desaparición de los pinares litorales en Serantes. Coordenadas UTM. Datum ETRS89. Huso 29N.

 

El fracaso de la política forestal del gobierno del Principado de Asturias

Como se aprecia en las ortofotografías aéreas anteriores, en los últimos 60 años la pérdida de superficie forestal arbolada en Serantes ha sido drástica. Es, por tanto, un hecho incontestable que en este tiempo las políticas forestales han sido un absoluto fracaso sin paliativos en Serantes.

Las competencias forestales y de gestión del medio natural corresponden a las comunidades autónomas desde 1985. Es decir, desde hace unos 35 años. Y el gobierno del Principado de Asturias ha enfocado su política forestal hacia la protección de los bosques autóctonos, estableciendo fuertes limitaciones y restricciones a la gestión forestal y a los aprovechamientos madereros; y excluyendo al pino gallego (Pinus pinaster Ait. ssp. atlantica), que es autóctono, de esta política ambientalmente proteccionista debido a prejuicios contra los pinos contrarios a toda la evidencia técnica y científica.

La mayor parte de la superficie forestal arbolada en Serantes correspondía a pinares de pino gallego en los que se realizaban aprovechamientos madereros. En los últimos 50 años ha sido un fenómeno generalizado en toda España el encarecimiento de los aprovechamientos forestales en relación al precio de la madera, lo que ha reducido fuertemente la rentabilidad de los usos y actividades forestales. En estas condiciones, la política forestal del gobierno del Principado de Asturias ha tenido las siguientes características y resultados:

  • La mayor parte del suelo forestal ha cambiado de uso, y se ha sustituido por usos agrícolas y ganaderos que son más rentables económicamente para el propietario particular porque están muy fuertemente subvencionados y subsidiados por el Fondo Europeo Agrícola de Garantía (FEAGA) de la Política Agrícola Común (PAC) de la Unión Europea, del que están excluidos los usos y actividades forestales.
    El gobierno del Principado de Asturias permite el cambio de uso y la roturación de montes con el único requisito de que sean técnica y económicamente aptos para su aprovechamiento agrícola, condición que reúnen todos los montes en Serantes. Para ello, únicamente se requiere al propietario un informe sobre la afección al patrimonio cultural, y sólo en caso de monte de más de 3 ha de superficie también un informe de evaluación preliminar del impacto ambiental. Prácticamente todos los montes de Serantes tienen menos de 3 ha, de modo que en la práctica la roturación y el cambio de uso de los montes están totalmente permitidos en Serantes sin límites ni restricciones.
  • En la mayoría de los montes que quedan actualmente en Serantes se ha sustituido el pino gallego, que es autóctono, por especies alóctonas como eucalipto blanco (Eucalyptus globulus Labill.) y pino de Monterrey (Pinus radiata D.Don) con crecimientos más rápidos y con turnos de corta muchísimo más cortos. Y por tanto con unos plazos de tiempo menos largos hasta obtener el retorno de las inversiones económicas realizadas. Lo que se traduce para el pequeño propietario particular en una viabilidad económica que no obtiene con las especies autóctonas de crecimientos medios y lentos.
    Si bien los efectos nocivos del eucalipto sobre el suelo y el medio ambiente se han exagerado mucho, es un hecho que los bosques de especies autóctonas revisten más valor e interés desde el punto de vista de la conservación de la naturaleza.
  • En Serantes no queda ningún robledal ni ningún bosque de frondosas autóctonas. La política forestal del gobierno del Principado de Asturias no ha conducido a la recuperación de ninguno de estos bosques.
  • Los incendios intencionados por odios, venganzas y envidias han ocasionado dolosas pérdidas económicas a los pequeños propietarios particulares que habían realizado inversiones forestales en sus montes. Todos los incendios forestales en Serantes han quedado impunes, y no han sido ni siquiera investigados debido a la total pasividad y falta de interés y diligencia de la Guardia Civil y el gobierno del Principado de Asturias. Para mayor escarnio, en la mayoría de los casos era de dominio público quién era el autor del incendio. Las pérdidas económicas y la falta de seguridad pública han conducido a los propietarios particulares a desistir de sus actividades forestales, realizando un cambio de uso de los montes tras el fuego.
  • Dentro de su política de impedir o dificultar los aprovechamientos madereros por prejuicios conservacionistas, el gobierno del Principado de Asturias ha obligado a someter a Evaluación de Impacto Ambiental las cortas de madera en montes de propiedad particular, pero sólo en los bosques de especies autóctonas. Esta obligación incluye las cortas de mejora  (clareos y claras) que son necesarias en las masas regulares productoras de madera de sierra de alta calidad, como robledales y bosques de frondosas autóctonas y que también mejoran la calidad y el valor de la madera en las masas de pino gallego. Sin embargo las cortas de madera en montes de especies alóctonas como eucaliptos y pinos de Monterrey no están sometidas a Evaluación de Impacto Ambiental.
    El sometimiento de cualquier actividad a Evaluación de Impacto Ambiental supone una fuerte penalización económica y la paralización o retraso de la actividad mientras dura el procedimiento, que puede dilatarse varios años. Esta decisión ha tenido tres consecuencias:
    • Desincentivar la utilización de especies autóctonas (como robles, castaños, nogales, abedules, fresnos, tilos... y también el pino gallego) en los montes productores privados. Ya que para ello es necesario someter las cortas a Evaluación de Impacto Ambiental.
    • Fomentar la utilización de especies alóctonas de crecimiento rápido como el eucalipto —cuya producción maderera se destina a desintegración (fabicación de pasta de papel y tableros) por lo que no requiere de cortas de mejora— y el pino de Monterrey, en las cuales las cortas de madera no están sometidas a Evaluación de Impacto Ambiental.
    • Fomentar el cambio de uso y el abandono del monte, al establecer una penalización frente a los usos y actividades agrícolas y ganaderas, que tampoco están sometidos a Evaluación de Impacto Ambiental.
  • La Ley del Principado de Asturias 3/2004, de 23 de noviembre, de Montes y Ordenación Forestal en su artículo 5.2 no considera como terrenos forestales a «los terrenos que, formando parte de una finca fundamentalmente agrícola, presenten árboles aislados o pequeñas superficies cubiertas de especies herbáceas o de matorral, así como las praderas y los prados desprovistos sensiblemente de arbolado propio del cultivo forestal» ni a «los terrenos que, formando parte de una explotación agrícola, presenten árboles o bosquetes aislados, plantaciones lineales o superficies de pequeña extensión cubiertas por especies de matorral o herbáceas, siempre que no constituyan por sí mismos una explotación forestal».
    Esta disposición favorece la eliminación de todo el arbolado y el cambio de uso de los bosques existentes entre las parcelas agrícolas. Y el hecho de no se establezca qué se entiende por pequeñas superficies ni por superficies de pequeña extensión permite una total arbitrariedad en su aplicación.
    Además, la aplicación de esta legislación en las concentraciones parcelarias ha conducido a que todas las masas forestales existentes entre los prados y cultivos agrícolas fueran incluidas en la concentración con la consideración de que eran terrenos agrícolas. Dando como resultado el cambio de uso por parte de los nuevos propietarios, cuando no la tala de todo el arbolado por el antiguo propietario antes del cambio de titularidad.

Es ridículo, absurdo, incongruente y totalmente contraproducente establecer limitaciones y restricciones a la realización de determinadas cortas de madera en los montes —como por ejemplo someter las claras y clareos en montes de especies autóctonas al procedimiento de evaluación de impacto ambiental— y a la vez permitir sin ningún tipo de restricción la roturación de montes y el cambio de uso. Todo ello mientras se dota a la agricultura y a la ganadería de importantes subvenciones agrarias de las que carecen por completo las actividades y usos forestales. Lo que está fomentando el gobierno del Principado de Asturias y subvencionando la PAC de la UE es la destrucción y desaparición de los bosques.

No vamos a extendernos en los importantes beneficios indirectos que supone la existencia de bosques, desde la retención de la erosión hídrica y eólica, el mantenimiento de ecosistemas y comunidades biológicas forestales, la mejora del ciclo hidrológico, la calidad del paisaje, la mejora de la calidad del aire... Pero de entre ellas se puede destacar que mientras que la agricultura y la ganadería son emisores netos de gases de efecto invernadero, la selvicultura, la repoblación forestal y los aprovechamientos forestales fijan grandes cantidades de CO2 que se incorporan en forma de carbono en la biomasa forestal (fundamentalmente la madera) y la materia orgánica del suelo. De modo que las políticas agrícolas y forestales del gobierno del Principado de Asturias fomentan el cambio climático, el calentamiento global y la subida del nivel del mar.

Como se aprecia en la sigiente figura, la destrucción de los bosques no ha sucedido sólo en Serantes, sino en toda la rasa litoral entre la ría del Eo y el río Porcía. Estas masas forestales eran en su mayoria pinares de pino gallego (Pinus pinaster Ait. ssp. atlantica), y posiblemente también robledales y bosques mixtos de frondosas en algunos casos. 

Pérdida de bosques en la rasa litoral entre la ría del Eo y el río Porcía, en los términos municipales de Tapia de Casariego y Castropol. Coordenadas UTM. Datum ETRS89. Huso 29N.

Para entender el fracaso estrepitoso de las políticas forestales del gobierno del Principado de Asturias se deben tener en cuenta también los siguientes factores:

  • La titularidad privada de los montes. En el municipio de Tapia de Casariego no existe ni un solo monte de titularidad pública. De hecho, en todo el territorio de Asturias situado al oeste del río Navia no existen apenas montes públicos.
    La práctica totalidad de los montes públicos españoles pertenencen al Catálogo de Utilidad Pública (CUP) que fue creado en el s. XIX por el Cuerpo de Ingenieros de Montes para evitar la privatización de los montes públicos en las desamoritizaciones.
    La desamortización más famosa fue la realizada por el ministro Juan Álvarez Mendizábal en 1836 que afectó a bienes de la Iglesia. Sin embargo la que tuvo una mayor incidencia sobre los montes públicos fue la realizada a partir de 1855 por Pascual Madoz sobre los bienes propios y comunes de los pueblos, entre los que se encontraban todos los montes municipales.
    En 1859 se concedió a los ingenieros de montes un exiguo plazo de tan sólo 4 meses para identificar los montes públicos que reunían las condiciones establecidas para ser exceptuados de la desamortización. En el Diario Oficial de la Provincia de Oviedo del 28 y 30 de junio y del 2 de julio de 1862 consta que en aquel momento no existía ningún monte del CUP de Asturias que estuviera situado al oeste del río Navia. De modo que parece que a los ingenieros de montes destinados en Oviedo no les dio tiempo a recorrer el territorio situado al oeste del Navia por sus difíciles comunicaciones. Lo que explicaría la actual escasez de montes públicos en todo este territorio. 
    Sin embargo, un estudio publicado en 1976 (Moro Barreñada, J. M., 1976) expone que la mayoría de las enajenaciones de la desamortización de Madoz se hicieron entre 1869 y 1878 y que en los concejos de Castropol, Vegadeo, Santirso, Taramundi, Grandas, Illano, Pesoz, Degaña, Ibias, Allande, Boal, Coaña y Villayón y en los tres de los Oscos no hubo ni una sola. Por lo que su incidencia en el occidente de la provincia fue nula salvo en Tapia de Casariego donde se produjo una única e ínfima, la de un terreno inculto con prado en su fondal en el Regueiro de Andrés en Serantes de 4,62 áreas que fue adquirida por José Villaamil Lastra, hermano mayor de Jesús Villaamil Lastra, e incorporada al patrimonio familiar del Palacio de las Nogueiras. De modo que parece que la actual escasez, o incluso ausencia, de montes públicos en el territorio de Asturias situado al oeste del río Navia tiene un origen anterior a la desamortización de Madoz.
    El hecho es que actualmente el CUP de Asturias sólo incluye 4 pequeños montes situados al oeste del río Navia, que han sido catalogados en época reciente.
    El tipo de titularidad de los montes es determinante, ya que es únicamente la administración pública quien puede realizar inversiones económicas a muy largo plazo o a fondo perdido destinadas a la recuperación de los bosques de especies autóctonas con crecimientos medios o lentos, tanto si se trata de masas forestales destinadas exclusivamente a la conservación de la naturaleza como si su gestión se enfoca hacia a la producción forestal sostenible.
    Además es un hecho que en los montes privados las políticas forestales ambientalmente proteccionistas del gobierno del Principado de Asturias no funcionan y son contraproducentes porque están mal planteadas.
     

  • El minifundismo forestal. El reducido tamaño de los montes encarece los aprovechamientos, debido a la economía de escala de los trabajos forestales (el coste fijo de desplazar la maquinaria forestal y el personal hasta el monte encarece el coste de los aprovechamientos cuanto más pequeña es la superficie a plantar, desbrozar, podar o cortar) y hace imposible las ordenaciones forestales, condicionando una selvicultura no planificada. Debido a su pequeño tamaño, en la mayoría de los montes existe un único tramo o tranzón con árboles coetáneos o de una única clase de edad, por lo que los costes que hay que afrontar en un tramo o tranzón joven (plantación, desbroces, clareos, etc.) no se compensan con las ganancias obtenidas ese mismo año en otro tramo o tranzón maduro (claras, cortas de regeneración al final del turno, etc.), lo que obliga a plantearse la selvicultura privada no como una renta equilibrada que se recibe anual o periódicamente sino como una inversión financiera en la que en determinados momentos hay que realizar fuertes inversiones económicas que sólo se recuperan al cabo de muchísimos años y que además están sujetas a un elevadísimo riesgo debido a los incendios.
    La solución al minifundismo podría ser el asociacionismo forestal, juntando varios pequeños montes en un nuevo monte de mayor tamaño en el que no existan las limitaciones productivas del minifundio, y en el que cada antiguo propietario pase a tener una participación sobre la propiedad y los beneficios totales. Sin embargo, esto choca contra la mentalidad del pequeño propietario particular, que desea tener la sensación de que él y sólo él tiene el uso, el control y la capacidad de decisión sobre su propiedad exclusiva, aún a costa de renunciar a una mayor rentabilidad económica que por otra parte desconoce y de la que desconfía.
  • El envejecimiento de la población rural. Para muchos propietarios de edad avanzada las inversiones forestales no tienen sentido, ya que no tienen ninguna perspectiva de recibir en vida ningún retorno de su inversión, incluso utilizando especies de crecimiento rápido y turnos cortos como el eucalipto.
  • La desvinculación del medio rural de muchos propietarios que reciben sus propiedades mediante herencias y no tienen interés en gestionarlas.

Algunas consideraciones sobre los eucaliptos, los bosques autóctonos y el interés ambiental y social de las ordenaciones forestales y los aprovechamientos madereros

El eucalipto blanco (Eucalyptus globulus Labill.) es una especie alóctona en Europa al igual que el pino de Monterrey (Pinus radiata D.Don). Estas dos especies son actualmente las dos principales especies usadas en los montes privados productores de madera, tanto en la rasa litoral y las estribaciones montañosas cercanas a ella como en la mayor parte de Asturias y Galicia. Y son prácticamente las únicas especies utilizadas en los montes privados productores de madera junto con el pino gallego (Pinus pinaster Ait. ssp. atlantica), que a diferencia de las dos anteriores sí es una especie autóctona.

En Asturias aún no se ha utilizado eucalipto brillante (Eucalyptus nitens H. Deane & Maiden). Esta especie es más microterma y resistente a las heladas que el eucalipto blanco, y en los montes de Galicia cuenta ya con una importante superficie productiva.

Por otra parte, en Asturias existe una superficie importante de bosques de frondosas autóctonas (carballos, hayas, abedules, castaños, nogales, fresnos, serbales, arces, tilos, etc.). Se trata principalmente de montes públicos situados en su mayoría en la cordillera Cantábrica y destinados en su mayoría exclusivamente a la conservación de la naturaleza. Por lo que en estos montes generalmente no se han realizado ordenaciones forestales y tampoco se realizan aprovechamientos madereros. Sin embargo, como se ha señalado anteriormente, en todo el territorio asturiano situado al oeste del río Navia no existen montes públicos, a excepción de cuatro pequeños montes catalogados en época bastante reciente.

Hay que precisar que en los montes productores del territorio de Asturias situado al oeste del río Navia situados fuera de la rasa litoral, el relieve agreste y montañoso propicia la existencia de abundantes enclaves que son inaccesibles para el aprovecamiento maderero o cuyas condicones ecológicas son inadecuadas para el eucalipto y el pino de Monterrey. En muchos de estos enclaves persisten rodales de frondosas autóctonas, que generalmente son de pequeño tamaño aunque en ocasiones ocupan laderas enteras. El gobierno del Principado de Asturias no permite a sus propietarios realizar aprovechamientos madereros en estos rodales, por lo que también cumplen con la función forestal de conservación de la naturaleza a costa de imponer un sacrificio económico a sus propietarios por el cual la administración no les compensa. No obstante, en la rasa litoral de este terriotorio estos rodales de frondosas autóctonas son prácticamente inexistentes, salvo muy contadas y reseñables excepciones como las minas romanas de Salave.

Es un hecho indiscutible que el valor ambiental y ecológico y el interés desde el punto de vista de la conservación de la naturaleza de los bosques de especies autóctonas es muy superior al de los bosques de especies alóctonas como los eucaliptos y el pino de Monterrey. Como es también un hecho que el valor ambiental y ecológico de los bosques maduros y estables en los que no se han realizado ordenaciones forestales ni aprovechamientos de madera es superior al de los bosques productores de madera.

Sin embargo también es un hecho que la madera es un material cuya producción y ciclo de vida es muchísimo más sostenible que el de todos los materiales a los que puede sustituir como el plástico, el acero y el hormigón.

La producción forestal de madera es un proceso totalmente sostenible y renovable cuando se gestiona adecuadamente. Un monte ordenado forestalmente en el que se realizan aprovechamientos madereros puede producir madera a un ritmo (m3/ha/año) prácticamente constante (denominado «posibilidad») de forma ilimitada e inagotable en el tiempo. Y lo hace sin consumir recursos naturales no renovables y sin generar contaminación atmosférica ni ningún tipo de residuo. Y además fija grandes cantidades de CO2 de la atmósfera, al contrario que los bosques clímax maduros (como hayedos, robledales y algunos pinares y abedulares) en los que no se realizan aprovechamientos madereros, ya que estos últimos tienen mucho carbono almacenado pero ya no fijan más CO2 (porque en ellos la abosrción de CO2 en la fotosíntesis de los vegetales está totalmente equilibrada con la liberación de CO2 de la respiración de los animales, plantas, hongos, etc.).

La producción forestal de madera es necesaria y positiva para evitar:

  • La extracción minera de recursos naturales no renovables como:
    • El petróleo utilizado como materia prima en la fabricación de plásticos.
    • El carbón y el hierro utilizados como materia prima en la fabricación del acero.
    • Las gravas y arenas procedentes de graveras y canteras utilizadas como materia prima en la elaboración del hormigón. Cada m3 de hormigón requiere aproximadamente la extracción del mismo volumen de áridos, con el consiguiente impacto ambiental permanente, ya que la mayor parte de las canteras y graveras se abandonan sin restaurarse nunca o se restauran de forma deficiente. Incluso cuando se realizan restauraciones mineras bien diseñadas y ejecutadas siempre persiste una degradación ecológica (geomorlógica, edáfica y de la vegetación y los hábitats faunísticos) muy fuerte respecto a la situación anterior a la extracción de los áridos.
  • El consumo de grandes cantidades de energía necesaria para la fabricación del plástico, el cemento y el acero.
  • La emisión de contaminación atmosférica y gases de efecto invernadero y la generación de vertidos tóxicos y residuos industriales durante la fabricación del plástico, el cemento y el hormigón.
  • La generación de residuos no biodegradables de plástico, acero y hormigón al final de su ciclo de vida.
Frente a todo esto, la madera como material tiene una producción limpia y renovable. Y además su ciclo de vida es circular, ya que es totalmente biodegradable. Incluso si la madera se quema al final de su vida útil, el CO2 atmosférico habrá estado retirado de la atmósfera durante toda la vida biológica del árbol más todo el ciclo de vida de la madera como material. Y la vida útil de un producto de madera puede ser de varios siglos, como es el caso por ejemplo de los muebles de madera maciza o de las estructuras de madera utilizadas en la edificación. La madera además es reutilizable, y también reciclable (los tableros de fibras y los de partículas —popularmente conocidos como tableros de aglomerado— se fabrican triturando residuos de madera).
De modo que la madera, como material, tiene tanto en su producción forestal como en toda su vida útil un impacto ambiental muchísimo más reducido que el resto de los materiales alternativos. Se comprende por tanto fácilmente el interés ambiental y social de la producción de madera y del resto de productos forestales.
De todo ello se desprende el interés social y medioambiental de contar tanto con bosques autóctonos destinados a la conservación de la naturaleza como también de bosques productores de madera y otros productos forestales. En Europa existen dos modelos extremos y opuestos de planificación forestal para lograr este doble objetivo:
  • El modelo norte (implementado por Suecia y Finlandia por ejemplo) consiste en destinar ciertos montes exclusivamente a la conservación de la naturaleza con especies autóctonas y sin realizar en ellos ordenaciones ni aprovechamientos forestales; y concentrar la producción forestal en el resto de los montes, con una selvicultura más bien intensiva con cortas a hecho. Este modelo de gestión se puede formular como «un monte, un objetivo», por lo que hacen falta diversos montes con una gestión diferente en cada uno de ellos para conseguir cumplir todos los objetivos de la planificación y la gestión forestal.
  • El modelo sur (cuyo mejor ejemplo es Alemania) opta por compatibilizar en todos los bosques la conservación de la naturaleza y la producción forestal, mediante el empleo de especies autóctonas con una selvicultura más extensiva: turnos largos (alargados incluso más allá del óptimo productivo y tecnológico) y como tratamientos selvícolas fundamentalmente el aclareo sucesivo uniforme y más raramente las entresacas. Este modelo de gestión se puede formular como «un monte, muchos objetivos», ya que en un mismo monte se pueden alcanzar varios, o incluso todos, los objetivos diferentes de la planificación y la gestión forestal, en lo que se denomina «uso múltiple del monte». Este es el modelo de gestión que desde el s. XIX ha aplicado de forma generalizada el Cuerpo de Ingenieros de Montes en los montes del Catálogo de Utilidad Pública (CUP) de forma muy exitosa.
De modo que los bosques de eucalipto y de pino de Monterrey, altísimamente productivos, encajan con el modelo norte de planificación forestal. Y al tener una altísima productividad forestal, deberían permitir liberar una parte importante de la superficie forestal para destinarla exclusivamente a la conservación de la naturaleza. Por lo que el problema forestal no es la existencia de los bosques de eucalipto productores, sino la escasez en muchas comarcas de Asturias y de Galicia de bosques autóctonos destinados a la conservación de la naturaleza.

En cuanto al eucalipto, se han exagerado muchísimo sus supuestos efectos negativos para el medio ambiente en general, y en concreto sobre el suelo, el ciclo del agua, la biodiversidad y los incendios. Se ha llegado a pretender catalogar legalmente el eucalipto como especie invasora, lo cual es falso. E incluso se ha afirmado, y aceptado socialmente, que constituye una auténtica catástrofe ecológica en Galicia y Asturias.

La realidad es que un bosque de eucaliptos, con su abundante sotobosque autóctono, es infinitamente más ecológico por ejemplo que cualquier cultivo agrícola de patatas o de maíz (especies que también son totalmente alóctonas en Europa) sembrados en surcos de arado con el suelo totalmente desnudo y en los que no existe más vida vegetal que el propio cultivo. Y basta con no utilizar abonos químicos ni pesticidas (que tampoco se usan en los bosques de eucaliptos) para calificar a esos cultivos de maíz y de patatas como ecológicos. Una auténtica tomadura de pelo proagrícola y antiforestal.

Como se ha comentado anteriormente, en todo el territorio de Asturias situado al oeste del río Navia existen únicamente cuatro pequeños montes incluidos en el Catálogo de Utilidad Pública (CUP), que han sido catalogados en época bastante reciente. Estos montes son manifiestamente muy insuficientes para cumplir con la función forestal de conservación de la naturaleza. Esta situación es común a muchas comarcas de Asturias y de Galicia.

Por tanto, consideramos que tanto en el territorio de Asturias situado al oeste del río Navia como en otras zonas de Asturias y Galicia la mera existencia de bosques de eucaliptos productores no supone en sí mismo un problema forestal ni medioambiental, y mucho menos puede suponer una catástrofe ecológica como se ha pretendido. De igual modo que tampoco lo supone la existencia de cultivos agrícolas de maíz o de patatas (especies que también son alóctonas, pero que a diferencia del eucalipto son consideradas y aceptadas plenamente como tradicionales del campo y de la gastronomía asturiana y gallega). En todo caso, el problema forestal y ambiental es la ausencia, escasez o insuficiencia de bosques autóctonos (tanto de frondosas como de de pinos) protectores destinados a la conservación de la naturaleza en muchas zonas de Asturias y Galicia.

La ausencia o escasez de bosques autóctonos destinados a la protección de la naturaleza no es ni mucho menos un problema exclusivo de algunos territorios en los que hay bosques de eucaliptos. De hecho, este problema medioambiental alcanza su máxima expresión en territorios agrícolas en los que ya no existen montes, como el fondo del valle del Guadalquivir, las llanuras cerealísticas y de otros cultivos en la cuenca del Duero, o los monocultivos de vides y olivos en muchas comarcas de La Rioja, Castilla-La Mancha y Andalucía. Y sin embargo, todos estos monocultivos no se consideran una catástrofe ecológica, sino que gozan de una imagen buenísima desde el punto de vista medioambiental y paisajístico, particularmente en el caso del viñedo y el olivar, pese a ocupar comarcas enteras en las que se han destruido por completo todos los bosques, así como en general todos los ecosistemas y hábitats naturales.



Formulación de propuestas

Alternativas forestales para la conservación de la naturaleza en los territorios agrícolas y de bosques productores de eucalipto

Ante la citada situación de escasez o insuficiencia de bosques autóctonos destinados a la conservación de la naturaleza que se produce en muchos territorios ocupados casi exclusivamente por cultivos agrícolas y bosques alóctonos, proponemos dos alternativas diferentes hacia las que es posible dirigir la política forestal:


  1. La primera alternativa consiste en que las administraciones públicas con competencias forestales (principalmente las comunidades autónomas) adquieran montes privados (o en su lugar terrenos agrícolas y ganaderos, en aquellas zonas con ausencia o escasez de montes) y los destinen exclusivamente a la conservación de la naturaleza. Esto implica que aquellos terrenos que adquieran en los que no haya bosques autóctonos maduros, se deberían gestionar mediente cambios de especies, repoblaciones, etc. hasta conseguir unas masas forestales autóctonas, maduras, estables y naturalizadas. Estos nuevos bosques públicos se deberían proteger legalmente incluyéndolos en el Catálogo de Utilidad Pública (CUP) y su gestión debería enfocarse únicamente a la conservación de la naturaleza.
    En los territorios de Asturias y Galicia ocupados casi exclusivamente por bosques de eucalipto productores, esta alternativa supondría mantener el modelo norte, pero complementarlo con los bosques autóctonos destinados exclusivamente a la protección de la naturaleza que son propios de dicho modelo.
    Todo ello requeriría:
    • Destinar importantes cantidades de dinero público a la adquisición de terrenos y su repoblación con especies autóctonas.
    • Realizar los cambios legales necesarios para facilitar la adquisición de montes a la administración pública, como pudiera ser por ejemplo otorgarle derecho de tanteo sobre las compra-ventas entre particulares (análogamente a lo ya establecido para la adquisición preferente de bienes culturales por la regulación legal del mercado de determinadas obras de arte).
    En el caso de Galicia se repoblaron alrededor de 1 millón de hectáreas con pino gallego autóctono (Pinus pinaster Ait. ssp. atlantica) entre las decadas de 1950 y 1970. Si bien muchas de estas masas se han perdido a causa de los incendios forestales, todavía queda una cantidad importante de ellas. Estas masas llevan más de medio siglo creando suelo forestal, por lo que presentan unas condiciones edáficas adecuadas para realizar en ellas cortas de aclareo poco intensas y siembra o plantación de frondosas autóctonas, pudiéndose obtener de este modo masas mixtas de frondosas y pinos autóctonos que se podrían destinar exclusivamente a la conservación de la naturaleza.  

  2. La segunda alternativa consiste en sustituir la selvicultura intensiva con eucaliptos y pinos de Monterrey que se realiza actualmente en los montes productores privados por otra selvicultura menos intensiva y con especies autóctonas (tanto frondosas como pinos), de forma que se compatibilicen en estos montes tanto la actual finalidad de producción forestal como la finalidad de conservación de la naturaleza.
    Esta otra alternativa supondría cambiar el actual modelo norte (indebidamente aplicado en la actualidad por la falta o escasez de bosques protectores) por el modelo sur, que es el modelo de gestión forestal que se aplica actualmente en los montes públicos productores y protectores en la mayor parte de España. Y esto requeriría:
    • Acabar con el minifundismo forestal.
    • Un conocimiento técnico adecuado y fácilmente accesible de la productividad forestal del resto de las especies productoras de madera, y particularmente de las frondosas autóctonas. Para ello es necesario que se publiquen las tablas de producción para cada especie y cada calidad de estación. Pues ningún propietario puede arriesgarse a utilizar una especie en su monte si desconoce totalmente su productividad forestal.
    • Dotar a los montes productores que emplean especies autóctonas (tanto frondosas como pinos) de subvenciones agrarias equivalentes a las que dispone actualmente la producción agrícola y ganadera. Actualmente estas subvenciones suponen una clara competencia desleal por parte del sector agrícola y ganadero frente al sector forestal, como se ha señalado anteriormente.
    • Eliminar la obligación de someter las cortas de madera de especies autóctonas en montes privados al procedimiento de Evaluación de Impacto Ambiental. Esta obligación supone una fuerte penalización para la utilización de especies autóctonas en los montes productores, ya que no existe la misma obligación para los montes de especies alótonas ni tampoco para las actividades agrícolas y ganaderas.
    El primer aspecto importante que hay que resaltar es que esta segunda alternativa también requiere destinar cantidades significativas dinero público a gasto público forestal. Muy por encima del mísero nivel de gasto forestal actual tanto del gobierno del Principado de Asturias como de forma generalizada de todas las administrciones públicas en España. Se trata de una limitación muy fuerte, ya que requiere una voluntad política y una demanda social a favor de ello que actualmente no existen.
    También hay que incidir en el hecho de que, de manera bastante incomprensible, las tablas de producción forestal para prácticamente todas las frondosas autóctonas siguen sin estar accesibles para el público general, ya que solamente han sido publicadas en tesis doctorales y publicaciones científicas que sólo son fácilmente accesibles dentro del ámbito científico y universitario. En la práctica este hecho imposibilita totalmente la utilización de estas especies autóctonas en los montes productores privados debido a la incertidumbre económica que este desconocimiento supone para sus propietarios.
    La segunda alternativa podría ser mejor que la primera desde el punto de vista paisajístico, ya que permitiría sustituir las actuales masas de especies alóctonas (como eucaliptos y pinos de Monterrey) por bosques de pinos y frondosas autócotonas, cuya belleza y valor paisajístico o perceptual es indudablemente muy superior. Sin embargo, la primera alternativa supondría disponer de una gran superficie de bosques autóctonos en los que no se realizan ordenaciones ni aprovechamientos forestales, y cuya naturalidad y valor ecológico serían elevadísimos por su estructura más natural y por la falta de perturbaciones antrópicas.
    Por último, indicar que de todos los requisitos enumerados anteriormente, el que entraña con diferencia una mayor dificultad —tanto desde el punto de vista técnico como social, económico, administrativo y jurídico— es sin ninguna duda el de acabar con el minifundismo forestal. Por ello, a continuación dedicamos un epígrafe exclusivamente a formular una propuesta para actuar sobre esta cuestión.

Propuesta de una alternativa al minifundismo forestal

La única alternativa que creemos que sería efectiva para terminar con las fuertes limitaciones inherentes al minifundismo forestal actual es la realización de concentraciones de montes o concentraciones forestales, que deberían ser análogas en muchos aspectos a las concentraciones parcelarias que la administración pública realiza desde hace muchísimos años sobre los terrenos agrícolas de titularidad privada para obtener parcelas de mayor tamaño con la finalidad de aumentar el rendimiento de los trabajos agrícolas, todo ello de forma obligatoria para los propietarios y pasando por encima de su voluntad.
Aunque a diferencia de las concentraciones parcelarias agrícolas, que reúnen en una misma nueva parcela únicamente los terrenos de un mismo propietario, las concentraciones forestales deberían unir en un único nuevo monte varios montes de diferentes propietarios.
El porcentaje de propiedad sobre el nuevo monte debería asignarse para cada propietario valorando económicamente tanto el terreno como la producción de madera y la del resto de producciones forestales no maderables y los usos que cada uno aporte.
Los criterios para seleccionar los terrenos a incluir en la concentración forestal deberían ser:
  1. Que el terreno actualmente tenga un uso forestal o el carácter legal de terreno forestal. O bien que lo haya tenido en el pasado (por ejemplo comprobable en la ortofotogafía áerea de 1956) o que tenga aptitud forestal.
  2. La superficie o cabida del monte. Se debería establecer una superficie mínima forestal, solo por encima de la cual no se considere minifundio y no sea obligatorio para el propietario la incorporación del monte a la concentración forestal. Esta superficie mínima forestal podría ser aproximadamente del orden de unas 50 ha.
  3. La existencia de características ecológicas y productivas similares entre varios montes.
  4. La cercanía y colindancia entre montes. Evitando la existencia de enclavados por las servidumbres indeseables a las que dan lugar, aún a costa de incluir superficies improductivas o que actualmente son agrícolas.
Los nuevos montes obtenidos mediante la concentración forestal deberían tener una superficie productiva del orden de las 500 ha como mínimo siempre que sea posible. Para maximizar de este modo los efectos de la economía de escala en la producción forestal.
El siguiente problema al que hacer frente sería la necesidad de realizar inversiones económicas en estos montes: como la redacción de proyectos de ordenación forestal, repoblaciones o clareos. Cuando no exista voluntad, acuerdo o capacidad económica entre los propietarios para realizar estas inversiones, sería la administración pública quien debería realizarlas a cambio de una parte sobre la propiedad del monte a modo de ampliación de capital del monte. De este modo se evitaría la realización de consorcios, que tan mal resultado y tantos problemas de todo tipo ocasionaron en el pasado para realizar repoblaciones públicas en montes privados. Además, el hecho de que la administración pública tenga una parte de la propiedad de los montes garantizaría un mayor control técnico sobre su gestión por parte del órgano forestal de la administración.
De este modo se obtendrían grandes masas forestales de titularidad público-privada. Su gestión forestal debería enfocarse hacia la producción forestal sostenible por tener un origen y una parte mayoritaria de propiedad privada. En esta gestión forestal serían viables una mayor cantidad de alternativas técnicas, tanto para la elección de las especies como para la de los tratamientos selvícolas. Por ejemplo, sería perfectamente posible utilizar frondosas caducifolias autóctonas con turnos medios y/o largos mediante aclareos sucesivos uniformes para obtener pricipalmente madera en rollo para aserrado y desenrollo. Sin excluir, al manos a priori, otras especies y alternativas selvícolas. En este sentido, existen dos propuestas de producción de madera de sierra de alta calidad con eucalipto con turnos de unos 35 años (Touza Vázquez et al., 2002 y 2004):
  • Una masa monoespecífica y coetánea de eucalipto. Plantando en densidades bajas (600-800 pies/ha), realizando clareos y claras fuertes por lo bajo, y poda de las ramas bajas para reducir los nudos en la madera. El principal y casi único defecto tecnológico de la madera de eucalipto son sus grandísimas tensiones de crecimiento, que con esta selvicultura se reducen al alargar los turnos de corta y reducir la competencia de los árboles por la luz.
  • Una masa mixta, coetánea, con subpiso y con reserva formada por eucaliptos y frondosas caducifolias autóctonas. Los eucaliptos se plantarían a marco final (unos 200-250 pies/ha), y entre ellos se realizaría una plantación o siembra de frondosas autóctonas de sombra con densidades altas (2.000-3.000 pies/ha). Esta elevada densidad de plantación de las frondosas autóctonas evita tener que realizar reposiciones de marras y permite alcanzar rápidamente una espesura completa cerrando el dosel de copas, poniendo fin a la competencia por la luz con el tojal heliófilo y pirófito que es remplazado de forma natural y espontánea por el sotobosque umbrófilo. Sin embargo, esta elevada densidad de plantación de las frondosas autóctonas obliga a realizar clareos en los primeros años y más tarde claras por lo bajo, que deben realizarse sin afectar a los eucaliptos.
    Las frondosas autóctonas tendrían en todo momento una menor altura que los eucaliptos, debido a la gran diferencia en sus crecimientos, por lo que no competirían con ellos por la luz, lo que reduciría las tensiones de crecimiento en la madera de los eucaliptos. El dosel de copas de las frondosas autóctonas, al estar situado a menor altura y ser más tupido que el de los eucaliptos dejaría en sombra las ramas bajas de los estos últimos, reduciendo el tamaño de los nudos y haciendo innecesarias las podas y las claras en los eucaliptos.
    Una vez alcanzados los 35 años existen varias alternativas:
    1. Cortar, extraer y regenerar toda la masa.
    2. Extraer todos los eucaliptos, hacer una clara por lo bajo en las fondosas autóctonas y alargar el turno.
    3. Extraer toda la masa y regenerarla dejando una reserva de frondosas autóctonas y/o eucaliptos para el siguiente turno. En este caso, a partir del segundo turno:
      • La densidad de los eucaliptos se debe reducir en la misma cuantía que la de la reserva que se dejó el turno anterior.
      • El piso superior de la masa estará formado por los eucaliptos de ese turno y la reserva (de eucaliptos y/o frondosas autóctonas) del turno anterior. Esa reserva procedente del turno anterior no se debe extraer hasta las cortas de regeneración al final del turno.
    A modo de mera curiosidad técnica, cabe señalar que si los eucaliptos se regeneran por rebrote de cepa y las frondosas autóctonas por regeneración natural por semilla, la masa resultante sería un monte medio. Sin embargo, el mayor interés de esta selvicultura sería el de conseguir una masa forestal en la que la mayor importancia productiva reside en el eucalipto (aunque también se obtenga una producción significativa de madera de frondosas autóctonas), pero que desde el punto de vista ecológico es sin ninguna duda un bosque mayoritariamente de frondosas autóctonas (aunque también haya eucaliptos). Si además se opta por la segunda alternativa (extraer todos los eucaliptos a los 35 años y alargar el turno sólo con las frondosas autóctonas) o por la tercera con una reserva de frondosas autóctonas, se tratará de un bosque en el que habrá grandes ejemplares de frondosas autóctonas, de gran interés ambiental y paisajístico.
Esta producción maderera —ya sea de frondosas autóctonas o de madera de eucalipto de sierra— debería de redundar en un importante fomento de las industrias del aserrado y el desenrollo, actividades económicas que aportan un gran valor añadido a los productos forestales y crearían empleo rural. Es decir, aumentaría la integración entre el monte y la industria y entre el monte y la sociedad. Y se daría una solución forestal de desarrollo rural y de lucha contra la despoblación.
Además, ambas integraciones (monte-industria y monte-sociedad) provocarían un fuerte descenso de los incendios forestales, principalmente al actuarse sobre la causalidad de los mismos además de sobre el modelo de combustible. Como ha sucedido en otras partes de España que cuentan con grandes montes públicos productivos en los que tras alcanzarse ambas integraciones se ha producido una reducción drástica de los incendios por motivos casi exclusivamente sociales.
Sin embargo, todo ello requeriría:
  • Importantes cambios legales, tanto de la Ley de Montes como del Código Civil para superar las limitaciones del proindiviso y concretamente el derecho de todo partícipe de un proindiviso a disolverlo. Para ello, habría que convertir la titularidad de estos nuevos grandes montes público-privados en algún tipo de sociedad mercantil de nueva creación. También debería declararse por ley la utilidad pública de estos montes público-privados de forma general y con las plenas consecuencias legales que de ello se derivan. Todo ello fuera y al margen del actual régimen de protección legal que tienen los montes de propiedad pública demanial que integran el Catálogo de Utilidad Pública (CUP). La declaración de utilidad pública permitiría la expropiación forzosa de aquellos montes cuyos propietarios no autoricen la inclusión de sus montes en las concentraciones forestales, y conduciría además al aumento del porcentaje de propiedad pública sobre los montes.
  • Una elevada inversión pública forestal con cargo a los presupuestos públicos. Como se ha señalado anteriormente, muy por encima del mísero nivel de gasto forestal actual de todas las administrciones públicas en España.
  • Enfrentarse a la voluntad de los pequeños propietarios forestales en pro de la utilidad pública y el interés general. Si bien estos propietarios se beneficiarían a medio y largo plazo de un aumento de la cuantía, estabilidad y seguridad de sus rentas forestales derivadas del aumento de la productividad de todos los trabajos forestales como consecuencia de la economía de escala. Y sobre todo, dejarían de tener que realizar en sus montes cuantiosas inversiones financieras arriesgadas y a muy largo plazo económico. Estas resistencias podrían superarse de igual modo que se hace en otros sectores como el agrícola con las ya citadas concentraciones parcelarias, o en el sector eléctrico y en el de las obras públicas con las expropiaciones forzosas.

Conclusiones

El debate forestal en Asturias y Galicia no debería plantearse de forma simplista y reduccionista como una especie de «eucaliptos no» contra «eucaliptos sí» o de «los eualiptos son malos» contra «los eucaliptos son buenos». Sino qué modelos de planificación y gestión forestal y qué políticas forestales son posibles; y de ellas, cuál es la mejor o la que preferimos como sociedad. Todo ello teniendo en cuenta que:
  • Tanto la conservación de la naturaleza como la producción de madera y de otros productos forestales son dos objetivos irrenunciables que deben proveer los montes a la sociedad.
  • La actual situación forestal en el territorio de Asturias situado al oeste del río Navia y en otras zonas de Asturias y de Galicia está muy condicionada por factores como la titularidad privada de los montes y el minifundismo. Estos factores condicionan la gestión de los montes, y restringen las posibilidades productivas de los montes prácticamente sólo a la utilización de especies de crecimiento rápido con turnos cortos como el eucalipto, el pino de Monterrey y en mucha menor medida al pino gallego, al plantearse necesariamente la selvicultura como una inversión financiera. Es imposible modificar la orientación de la gestión forestal actual sin actuar sobre estos factores que la condicionan.
  • Un instrumento legal que podría ser adecuado, o al menos positivo, sería la redacción y aprobación de un Plan de Ordenación de los Recursos Forestales (PORF) para el territorio asturiano situado al oeste del río Navia, así como para otras comarcas de Asturias y de Galicia, conforme a lo contemplado en el artículo 31 de la Ley 43/2003, de 21 de noviembre, de Montes y el artículo 33 y la disposición final tercera de la Ley del Principado de Asturias 3/2004, de 23 de noviembre, de Montes y Ordenación Forestal.
  • Todas las opciones de cambiar la gestión y la política forestal requerirían de un fuerte aumento del gasto público forestal. Y para ello son necesarias una voluntad política y una demanda social a favor de todo ello que actualmente no existen.
  • La producción forestal debe subvencionarse con dinero público para favorecer el desarrollo rural y luchar contra la despoblación. De igual modo que se hace actualmente con la producción agrícola y ganadera por el Fondo Europeo Agrícola de Garantía (FEAGA) de la Política Agrícola Común (PAC) de la Unión Europea. Actualmente estas subvenciones suponen una competencia desleal por parte del sector agrícola y ganadero frente al forestal, ya que lo que realmente se está subvencionando es la destrucción de los bosques para transformarlos en terrenos agrícolas y ganaderos.
    No es ninguna casualidad que la denominada España vaciada coincida con la España forestal, y esto se debe a la ausencia de subvenciones a la producción forestal, en contraste con las subvenciones a la producción agrícola y ganadera.
  • La gestión de los bosques de especies autóctonas destinados a la conservación de la naturaleza —tanto montes públicos como privados— debe financiarse con cargo al presupuesto público de conservación de la naturaleza. Los propietarios de los montes privados en los que se han establecido restricciones a los aprovechamientos forestales por este motivo deben ser compensados económicamente por dichas restricciones, porque los costes y los lucros cesantes derivados de dichas restricciones deben repartirse entre toda la sociedad que se beneficia de ellas.
  • Todas las actuaciones forestales, tanto públicas como privadas, que redundan en fijación neta de CO2 atmosférico, y por tanto en un aumento de la función de los bosques como sumidero de carbono, deben financiarse con cargo al presupuesto público de la lucha contra el cambio climático. Y concretamente deberían financiarse de este modo:
    • Las repoblaciones forestales —tanto protectoras como productoras, y tanto en montes públicos como privados—.
    • La realización de cortas de mejora (claras y clareos) en masas existentes,— tanto en montes públicos como privados—. Ya que se ha demostrado que estos tratamientos selvícolas aumentan la fijación de carbono en los bosques.
    • La producción forestal maderera —tanto con especies autóctonas como con especies alóctonas, y tanto en montes públicos como privados—.
    • La realización de inventarios forestales y la redacción de proyectos de ordenación de montes para poner los montes en producción forestal de forma sostenible —tanto con especies autóctonas como con especies alóctonas, y tanto en montes públicos como privados—.
  • No es aceptable que las políticas contra el cambio climático prioricen la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) —lo cual conlleva destrucción de economía productiva— frente al aumento de la fijación de carbono por parte del sector forestal. Estas prioridades deben invertirse: hasta que no se agote la capacidad del sector forestal de fijar carbono no debería destruirse economía productiva reduciendo las emisiones de GEI.
    El hecho de que las políticas públicas de lucha contra el cambio climático prioricen la reducción de emisiones GEI frente al aumento de la fijación de carbono en los bosques pone de manifiesto que el objetivo real de estas políticas no es luchar contra el cambio climático, sino beneficiar a determiandos sectores económicos y empresariales, como el sector eléctrico, con subvenciones públicas tanto directas como encubiertas.


La destrucción y pérdida de los pinares costeros

En la ortofotografía áerea de 1956 y en la fotografía de 1961 que se muestran a continuación se aprecian dos masas forestales en los acantilados y sobre la playa del Sarello. Se trataba de unos pinares autóctonos, naturales y espontáneos de pino gallego que desaparecieron en los años 80 en incendios presumiblemente provocados.

Pinares autóctonos de pino gallego (Pinus pinaster Ait. ssp. atlantica) en los acantilados y la playa del Sarello en 1956 y 1961. Y misma zona actualmente deforestada. Coordenadas UTM. Datum ETRS89. Huso 29N.


Las siguientes figuras muestran la siega y recolección de hierba, para alimentar ganado bovino estabulado para producción de leche, frente a Las Nogueiras:

  • En 1961 trabajos con carros, animales de tiro y herramientas manuales.
  • En 1984 trabajos mecanizados con tractores agrícolas pero todavía con herramientas manuales (horcas o palaganchas).
  • En 2018 trabajos plenamente mecanizados con tractores agrícolas de mayor tamaño y potencia y cosechadora.

Hasta la llegada de la mecanización agrícola, la electricidad y el agua corriente a mediados del s. XX, y de la telefonía y las concentraciones parcelarias a finales del mismo siglo; la tecnología agrícola, el paisaje y hasta la vida misma en el mundo rural se parecían más al s. XII que a la actualidad.


 

Obsérvense también el fuerte crecimiento del arbolado de la ribera del arroyo de la Corza. Y los cambios en la vegetación del monte de La Gavieira en los últimos 60 años:
  • En 1956 y 1961 con una masa irregular —árboles de diferentes edades y tamaños entremezclados— y con espesura incompleta —con parte de la superficie no cubierta por las copas de los árboles— de pino gallego (Pinus pinaster Ait. ssp. atlantica) autóctono con mucho matorral heliófilo —tojo (Ulex europaeus L.), muy pirófito— en los claros desarbolados. Resultado de la aplicación de un tratamiento selvícola cortas de entresaca pie a pie, que por su dificultad de aplicación degeneraba en huroneo, derivando en una mala regeneración del pinar, con la consiguiente progresiva pérdida de la superficie arbolada y una invasión del matorral heliófilo en los claros. El resultado es una masa con cada vez menos árboles y de peor calidad tecnológica, y un combustible muy altamente inflamable y con continuidad vertical entre el matorral pirófito y las copas de los árboles, correspondiente a un modelo intermedio entre el tipo 6 y el 7 del modelo de combustible de Rothermel, con una gran cantidad de combustible (entre 10-15 t/ha de materia seca) y con continuidad vertical. Un monte degradado, altamente inflamable y muy propenso a un potente fuego de copas.
  • En 1984 una masa coetánea y con espesura trabada —copas solapadas— de pino de Monterrey (Pinus radiata D.Don) y algunos eucaliptos (Eucalyptus globulus Labill.) alóctonos, aparentemente en una clase de edad de latizal alto —10 a 20 cm de diámetro normal— o fustal bajo —20 a 35 cm de diámetro normal— y que necesitaría claramente una clara fuerte o bien ya la corta de regeneración de final de turno. La selvicultura observada en estas masas es la de cortas a hecho en un tiempo, con pocas claras o sin ellas, y regeneración artificial mediante plantación con plántulas de vivero. Se trata de una masa forestal alóctona y monoespecífica, de menor valor ecológico pero más productiva y en mejor estado forestal (y que con la aplicación de claras fuertes por lo bajo mejoraría más aún) que la que existía en 1961. El combustible corresponde con el tipo 8 o el 9 del modelo de combustible de Rothermel, con menos combustible (10-12 t/ha de materia seca), menos inflamable, con menor continuidad vertical, y por tanto muchísimo menos peligroso que el anterior. Sin embargo muy pocos años despúes de 1984 el monte ardió de forma intencionada.
  • En 2018 el antiguo bosque ha sido sustituido en la mayor parte de su superficie por un prado. Excepto en una franja, situada hacia el arroyo de la Corza donde las pendientes son mayores, donde persiste una masa forestal en estado de abandono, con algunos grandes ejemplares de pino de Monterrey y eucaliptos que sobrevivieron al incendio y mucho matorral de tojo altamente inflamable que ha colonizado todas las zonas desarboladas como consecuencia del fuego y una muy incipiente colonización por frondosas autóctonas (nogales, castaños, avellanos, etc.) entre este matorral. El modelo de combustible actual en la zona arbolada es el tipo 6 del modelo de combustible de Rothermel, paradógicamente bastante similar al que existía en 1961.
Todo ello evidencia cómo ante los incendios intencionados es imprescindible actuar contra los causantes del incendio, y cómo no es suficiente hacer prevención actuando sobre el modelo de combustible.

 

El monte de La Gavieira yel arroyo de la Corza en 1956 y en la actualidad. Coordenadas UTM. Datum ETRS89. Huso 29N.


Las siguientes figuras muestran dos pinares autóctonos, naturales y espontáneos de pino gallego (Pinus pinaster Ait. ssp. atlantica) sobre arenas de playa en la ría de Ortigueira y en la ría del Barquero (en las provincias de La Coruña y Lugo respectivamente). Este tipo de pinar constituye la primera franja de vegetación leñosa y arbórea tras las herbáceas halófitas que crecen sobre el sistema dunar más cerca del mar. Las características edáficas, climáticas, florísticas y geobotánicas de la ría de Ortigueira y de la ría del Barquero son iguales que las existentes en las playas de Penarronda y del Sarello.

Pinus pinaster Ait. ssp. atlantica soporta bien los suelos arenosos (con escasa capacidad de retención de agua) y los vientos salinos, por lo que estos pinares constituyen la etapa de vegetación natural más desarrollada posible (clímax ecológico) en los arenales y dunas de las playas y también en los acantilados marinos expuestos a fuertes vientos marinos en toda la cornisa Cantábrica.


Pinares autóctonos de pino gallego (Pinus pinaster Ait. ssp. atlantica) en arenales de playa en la ría de Ortigueira (La Coruña). Coordenadas UTM. Datum ETRS89. Huso 29N.



Pinares autóctonos de pino gallego (Pinus pinaster Ait. ssp. atlantica) en arenales de playa en la ría del Barquero (Lugo). Coordenadas UTM. Datum ETRS89. Huso 29N.


Por ello creemos que estos pinares de Pinus pinaster Ait. ssp. atlantica estaban presentes al fondo de los sistemas dunares de las playas de Penarronda y del Sarello, constituyendo la primera franja de vegetación leñosa y arbórea tras las herbáceas halófitas que crecen sobre las dunas. Y también constituían la vegetación natural de los acantilados marinos.

Lamentablemente, en la actualidad todos los pinares litorales han sido totalmente eliminados en Serantes, y tan solo perduran algunos pocos ejemplares de pino aislados. Las actuaciones de conservación y restauración ecológica realizadas en las playas del Sarello y Penarronda no han contemplado la restitución de estos pinares debido a los ya mencionados prejuicios contra los pinos y pinares autóctonos.

La restitución de los pinares litorales en las playas de Penarronda y del Sarello supondría una reducción de la superficie ocupada por las herbáceas sammofilas halófitas que crecen sobre las dunas, hasta ocupar sólo sus límites realmente naturales. En la playa del Sarello estas herbáceas fueron totalmente arrasadas por el temporal marino en febrero y marzo de 2014. La presencia del pinar habría estabilizado los suelos arenosos de las dunas y los habría protegido del temporal. De modo que la presencia del pinar natural, lejos de suponer una amenzaza para las herbáceas sammofilas halófitas que crecen sobre las dunas, supondría una mayor protección física de las mismas.


Dunas litorales en la playa de Penarronda en 1956 y en la actualidad. Los terrenos que corresponden al pinar al fondo del campo de dunas están actualmente deforestados y ocupados por campings, aparcamientos y espacios degradados. Coordenadas UTM. Datum ETRS89. Huso 29N.




Llanura agrícola en Serantes. Fuente: Google Earth.


Ejemplar aislado de pino gallego (Pinus pinaster ssp. atlantica) con porte en bandera por el viento en los acantilados cerca de As Polías en Serantes.
Este árbol aparece en la parte derecha de la imagen anterior.

 
 

Bibliografía

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  • Diario Oficial de la Provincia de Oviedo. 1862. «Catálogo de Montes Públicos exceptuados de la desamorización por el Real decreto de 22 de Enero de 1862». Número 102 del 28 de junio de 1862. Págs 1-4.
  • Diario Oficial de la Provincia de Oviedo. 1862. «Catálogo de Montes Públicos exceptuados de la desamorización por el Real decreto de 22 de Enero de 1862 (continuación)». Número 103 del 30 de junio de 1862. Págs 1-4.
  • Diario Oficial de la Provincia de Oviedo. 1862. «Catálogo de Montes Públicos exceptuados de la desamorización por el Real decreto de 22 de Enero de 1862 (continuación)». Número 104 del 2 de julio de 1862. Págs 2-4.
  • Moro Barreñada, J. M. 1976. «La desamortización de los bienes municipales en Asturias en la segunda mitad del siglo XIX». BIDEA 88-89 1976.
  • Nutto, Leif y Manuel C. Touza Vázquez. 2004. «Producción de Madera de Sierra de alta calidad con Eucalyptus globulus». CIS madera: Revista del Centro de Innovación y Servicios Tecnológicos de la Madera, ISSN 1138-7726, Nº. 12, 2004, págs. 6-18.
 
 

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