Fernando Yáñez
Tenente de Puente Sampayo, La Limia, Tuy, Toroño, Maqueda, Talavera y Montoro
Antes de 1112 — después de 1157
Tenente de Puente Sampayo, La Limia, Tuy, Toroño, Maqueda, Talavera y Montoro
Antes de 1112 — después de 1157
Según Simon Barton, sin duda el mayor especialista en la nobleza del reino de León del s. XII, no se sabe casi nada sobre el origen y la ascendencia de Fernando Yáñez, lo que parece indicar que su origen procedería de la baja nobleza. Su madre se llamaba Toda Raimúndez.
Fernando Yáñez era hermano del primer Bartolomé Yáñez de Villaamil según las fuentes relacionadas con la familia Villaamil:
Genealogía de Fernando Yáñez y su hermano Bartolomé Yáñez de Villaamil (en verde) y su relación con los condes del Honor de Suarón (en magenta) conforme a las fuentes del Palacio de las Nogueiras y el Libro de Registro del monasterio de Corias. [VER IMAGEN EN GRANDE].
Según Bernard F. Reilly y John Lynch, Fernando Yáñez había recibido del conde de Galicia Raimundo de Borgoña los derechos de pontazgo de Puente Sampayo, en la ría de Pontevedra. Lo cual provocó conflictos con el el obispo de Santiago de Compostela, Diego Gelmírez, que protestó ante Raimundo de Borgoña.
En la Historia Compostelana se califica a Fernando Yáñez como «señor de Puente Sampayo».
El señorío de Puente Sampayo se encontraba en torno al
Castellum Sancti Pelagii de Luto. Según la mencionada crónica
en 1125
Fernando Yáñez
había apresado a varios burgueses de la ciudad de Santiago de Compostela. Lo que provocó que el obispo Diego Gelmírez primero le excomulgara. Y como no fue suficiente para conseguir la liberación de sus vasallos, congregó un ejército con el que «atacó su señorío por tierra y por mar. Combatió con fiereza las fortificaciones de sus castillos, devastó saqueándolas e incendiándolas por completo villas y sus propiedades y todo el señorío que le pertenecía».
Puente medieval de Puente Sampayo. Fuente: José Antonio Gil Martínez.
Existen además, dos hechos que nos hacen pensar que tanto Fernando Yáñez como su hermano Bartolomé Yáñez de Villaamil podrían tener también orígenes—además de en Serantes— también en la comarca de La Limia en la actual provincia de Orense:
Por tanto, Fernando Yáñez y Bartolomé Yáñez de Villaamil eran hijos de Juan Álvarez y nietos de Alvarus Velaz. Y es posible que tuvieran un hermano llamado Alfonso que fue abad del monasterio de San Esteban de Rivas de Sil. Es probable que su padre, Juan Álvarez, y su abuelo, Alvarus Velaz, ya tuvieran tenencias o derechos feudales en las actuales provincias de Orense y Pontevedra: Puente Sampayo, Allariz o La Limia. O que ejercieran dichos derechos sobre el terreno en representación del conde del Honor del Suarón Rodericus Velaz (hermano de Alvarus Velaz y confundido sistemáticamente con el homónimo conde de Sarria con el cual no tenía ningún parentesco ni relación conocida).
Orígenes probables y lugares vinculados a Fernando Yáñez y Bartolomé Yáñez de Villaamil (en color magenta).
Por sus actos al servicio de la corona Fernando Yáñez ascendió social, militar y políticamente hasta ser una persona muy importante dentro de la corte de Urraca y de Alfonso VII. Habiendo alcanzado un estatus elevado, Fernando Yáñez logró casarse con la hija de un hombre de un rango mucho más alto que él (el conde Gómez Núñez).
Alfonso VI (rey famoso por haber conquistado la ciudad de Toledo y por su relación con El Cid Campeador Rodrígo Díaz de Vivar) tenía dos hijas casadas con parientes de su mujer Constanza de Borgoña:
Bajo el mandato de Raimundo y Enrique de Borgoña, Galicia y Portugal respectivamente se convirtieron en auténticos principados feudales, dentro del reino de León.
Alfonso VI tuvo como único hijo varón al infante Sancho Alfónsez (1094-1108), cuya muerte prematura en la batalla de Uclés le dejó sin heredero.
A la muerte del conde Raimundo de Borgoña, Alfonso VI realizó dos actos contradictorios respecto a su sucesión en el reino de León:
El hecho de que el nuevo matrimonio de Urraca (acto frontalmente contrario a las aspiraciones sucesiorias del infante Alfonso Raimúndez) fuera una imposición de los nobles leoneses y castellanos y no una iniciativa de Alfonso VI hace pensar que el rey actuó cediendo ante las presiones primero de los nobles gallegos y posteriormente de Urraca y de los nobles leoneses y castellanos, y no a sus auténticos deseos personales respecto al futuro del reino. O tal vez, pensando más en garantizarse a sí mismo la paz entre los nobles durante su reinado mediante falsas promesas y expectativas, que en el futuro del reino tras su muerte.
Reinos de la Península Ibérica en torno al año 1100, hacia el final del reinado de Alfonso VI.
A la muerte de Alfonso VI uno de los primeros actos que hicieron Urraca I y Alfonso I el Batallador como monarcas respectivamente de León y Aragón fue firmar un pacto por el cual los cónyuges se otorgaban recíprocamente potestad soberana en el reino del otro, declaraban heredero de ambos al hijo que pudieran engendrar, y que si de la unión entre ambos no naciera heredero alguno, cada cónyuge sucedería al otro en caso de muerte de alguno de ellos. Esto suponía retirar al infante Alfonso Raimúndez todos sus derechos sucesorios sobre el reino de León.
Pronto surgió en el reino de León un movimiento de oposición a Urraca y Alfonso I el Batallador, que estaba dividido en tres tendencias:
Será el conde de Traba quien desde Galicia inicie el primer movimiento agresivo contra los monarcas cuando reclamó los derechos hereditarios del infante Alfonso. En respuesta a la rebelión gallega, Alfonso I el Batallador se dirigió al frente de su ejército hacia Galicia y, en 1110, restableció el orden en el condado rebelde al vencer a las tropas gallegas en el castillo de Monterroso.
Los caracteres opuestos de Urraca y Alfonso I pronto derivan en antipatía y enemistad mutua. Urraca decide alejarse de él y reivindica la nulidad del matrimonio argumentando que era incestuoso debido a la consanguinidad, ya que ambos esposos eran biznietos de Sancho Garcés III de Pamplona.
Pronto se redefinen dos nuevas tendencias en la facción opuesta a Alfonso I el Batallador:
Urraca decide alejarse de Alfonso I y se refugia en el monasterio de Sahagún. Alfonso I recibe noticias de que el arzobispo de Toledo está maniobrando para obtener la nulidad matrimonial, lo que junto a los rumores de que la reina mantiene una relación amorosa con el conde Gómez González hace que decida encarcelar a Urraca en la fortaleza de El Castellar y dirija su ejército contra todas aquellas plazas castellanas que se habían posicionado a favor de Urraca. Tomó Palencia, Burgos, Osma, Orense, Toledo, donde depuso al arzobispo, y Sahagún, donde depuso al abad del monasterio.
El conde Gómez González junto con el conde Pedro González de Lara logran liberar a la reina, que busca refugio en la fortaleza de Candespina, ubicada en Fresno de Cantespino, Segovia.
Alfonso I decidió plantar cara a la situación en la batalla del Campo de la Espina o Candespina en 1110, en la cual salió victorioso gracias al apoyo militar que recibió de la hermana y del cuñado de Urraca, los condes de Portugal Teresa Alfónsez y Enrique de Borgoña.
Sin embargo, la entrada de Alfonso I en Toledo, cuya cesión pretendían Teresa y Enrique, hizo que Enrique intentase un pacto con Urraca, pero la animadversión que se tenían las hermanas hizo que finalmente Urraca se reconciliase con su marido Alfonso I obligando a los condes de Portugal a retirarse a sus dominios.
La reconciliación matrimonial vuelve a quebrarse cuando Urraca se entrevista con la nobleza gallega y acepta que su hijo Alfonso Raimúndez sea proclamado rey de Galicia. La coronación se lleva a cabo en Santiago de Compostela el 17 de septiembre de 1111 y provocará las iras de Alfonso I de Aragón y nuevos enfrentamientos entre los soberanos a lo largo del año 1112, destacando los que tuvieron como escenarios a ciudades como Astorga y Carrión de los Condes, y que terminarían con una nueva tregua que habría de romperse al año siguiente en Burgos, cuando la reina, apoyada por las tropas del obispo de Santiago de Compostela, Diego Gelmírez, sitió la ciudad. Alfonso I decide entonces abandonar sus aspiraciones territoriales sobre los reinos de su esposa y, basándose en los argumentos que utilizaron los que desde un primer momento querían declarar nulo su matrimonio, repudiar a Urraca, hecho que se hizo efectivo en un concilio que se celebró en Palencia en 1114.
La retirada de Alfonso I no supondrá la desaparición de los conflictos, ya que éstos se desplazan nuevamente a Galicia donde, en 1115, el conde de Traba, Pedro Fróilaz, y el obispo de Santiago de Compostela, Diego Gelmírez, intentan aumentar la autonomía del hijo de la reina, Alfonso Raimúndez, como rey independiente de Galicia. La reina decide entonces apartar a su hijo Alfonso Raimúndez de la influencia de su tutor Pedro Fróilaz, para lo cual se dirige al frente de su ejército a Santiago de Compostela y cerca la ciudad. Gelmírez y Pedro Fróilaz pactan con Urraca y mientras se entrevistan con ella, la población se amotina y en la revuelta popular Urraca fue rodeada, golpeada y en un barrizal fue desnudada, humillada y vejada y hasta se dice que alguien que estaba allí le tiró una piedra que le dio en la cara saltándole varios dientes y muelas. Tras huir, la reina sitió la ciudad hasta su rendición, sometiéndola posteriormente a una fuerte represión.
Fernando Yáñez aparece datado por primera vez en un documento de la corte real el 9 de marzo de 1112. En 1120, o quizás ya en 1115 o 1116, para contrarrestar el poder de Pedro Fróilaz de Traba, conde de Galicia desde 1109, Urraca le otorgó a Diego Gelmírez, arzobispo de Santiago de Compostela, el señorío de toda Galicia (totius Gallaeciae dominium) y ordenó a los principales nobles de Galicia que le rindieran pleitesía. Fernando Yáñez estuvo entre los príncipes nombrados, junto con Arias Pérez, Bermudo Suárez y Juan Díaz. La propia Urraca se compromete a ser fiel aliada (fidelis amica) de Diego Gelmírez. Aparentemente el documento fue mediado por dos extranjeros, el abad Henry de Saint-Jean d'Angély y Stephen, chambelán de la abadía de Cluny. Este extraño acuerdo entre la reina, el arzobispo y algunos dirigentes gallegos no parece haber menoscabado los derechos de Pedro Fróilaz ni su protegido, el infante Alfonso Raimúndez, ya coronado rey de Galicia desde 1111, sino simplemente de haberlos contrarrestado.
En 1117, Urraca I fue cercada en el Castillo de Sobroso por los partidarios de su hijo Alfonso Raimúndez y de su hermana Teresa Alfónsez, condesa de Portugal, pero consiguió escapar y volver a Santiago de Compostela. Más adelante Urraca consolidó la relación con los partidarios de su hijo firmando el Pacto del Tambre, en el que reconocía la legitimidad del infante Alfonso Raimúndez para sucederla en el trono. Sin embargo, la paz sólo se prolongó hasta 1120 cuando nuevamente se enfrentó al conde de Traba, con el que tuvo que volver a pactar en 1121 debido a la invasión que desde el condado portucalense encabezó su hermanastra Teresa Alfónsez y que repelió cruzando el río Miño y venciéndola en Lanhoso, con lo que consiguió que esta le reconociese como soberana.
En 1121, por orden de la reina Urraca, Fernando Yáñez y su padre Juan Álvarez en colaboración con Arias Pérez y Juan Díaz, arrestaron a Diego Gelmírez por negarse a participar en la guerra contra los condes de Portugal Teresa Alfónsez y Enrique de Borgoña.
En 1126, a la muerte de Urraca, Alfonso Raimúndez es coronado como rey de León, con el nombre de Alfonso VII y utilizando el título de emperador. Varios nobles gallegos acuden a Zamora a homenajear al nuevo rey: el conde de Sarria Rodrigo Velaz, el conde Gutierre (hermano del conde Suero), los hijos de Pedro Froilaz (conde de Traba), Fernando Yáñez y su suegro el conde Gómez Núñez.
Al ser coronado rey de León Alfonso VII, tuvo lugar una recomposición del poder e influencia de la nobleza en todo el reino. Alfonso VII se rodeó de nuevos colaboradores de la nobleza leonesa, asturiana y castellana. De este modo, los nobles gallegos vieron menguar su influencia sobre el rey y sus aspiraciones de promoción política. Concretamente, la vía de ascenso del conde Rodrigo Pérez Velloso (hijo del conde de Traba Pedro Fróilaz, y anteriormente muy influyente en la corte) y del conde Gómez Núñez (suegro de Fernando Yáñez) se debió de ver súbitamente truncada.
Posteriormente estalla el conflicto entre Alfonso VII y Afonso Henriques de Portugal (heredero de los condes de Portugal Teresa Alfónsez y Enrique de Borgoña). El conde Gómez Núñez (suegro de Fernando Yáñez) y el conde Rodrigo Pérez Velloso traicionan a Alfonso VII y apoyan a Afonso Henriques. Al mismo tiempo, Fernando Yáñez se pone del lado de Alfonso VII junto con Fernándo Pérez y el conde de Sarria Rodrigo Velaz, y en contra de su suegro.
Simultáneamente, el rey García de Navarra hace en Castilla lo mismo contra Alfonso VII que Afonso Henriques en Galicia.
Tras varias invasiones de territorios gallegos por parte de Afonso Henriques en que había sido expulsado por varios condes gallegos como Fernando Pérez y el conde de Sarria Rodrígo Velaz, en 1137 Afonso Henriques realiza una nueva invasión de Galicia, llegando a ocupar el castillo de Tuy y otros castillos que le fueron entregados por los condes Gómez Núñez (que dominaba Tuy y varios castillos en Toroño) y Rodrigo Pérez Velloso (que gobernaba varios castillos en La Limia). Además. Afonso Henriques construyó el castillo de Celmes en La Limia y lo abasteció de hombres y víveres.
En rojo, castillos datados en la zona de la guerra de La Limia entre Afonso Henriques y Alfonso VII. Coordenadas UTM. Datum ETRS89. Huso 30N.
Afonso Henriques tiene que regresar a Portugal para intentar socorrer el castillo de Erena que estaba siendo atacado por los musulmanes (no logra evitar la toma del castillo). Los nobles gallegos liderados por Fernando Yáñez y el conde de Sarria Rodrigo Velaz aprovechan para enfrentarse a los portugueses en la batalla de Cernesa (población de La Limia que no ha sido localizada), que ganan los partidarios de Alfonso VII pese al apresamiento de Rodrigo Velaz, que fue liberado al poco tiempo por dos de sus escuderos.
En 1139 Fernando Yáñez lleva la noticia al emperador Alfonso VII de que Afonso Henriques se ha intitulado, primero de rey y luego de rey de Portugal, tras su victoria en Ourique contra los musulmanes.
Afonso Henriques regresa a Galicia, donde Fernando Yáñez y otros fieles al rey prosiguen su lucha contra él, logrando herirle con una lanza en combate. Ante esta situación Alfonso VII se persona en La Limia con un ejército de hombres gallegos y leoneses, tomando el castillo de Celmes. Afonso Henriques respondió al ataque, llegando a apresar a Ramiro Fróilaz (hijo del conde Froila Díaz).
Alfonso VII se instaló en el castillo de la Peña de la Reina, situado en Portugal, mientras Afonso Henriques lo hizo al otro lado del valle. Existen diversas versiones de lo ocurrido a partier de entonces:
La guerra de La Limia entre Alfonso VII de León y Afonso Henriques de Portugal terminó en el tratado de Zamora en 1143, por el que Alfonso VII reconoce a Afonso Henriques como rey de Portugal.
Afonso Henriques expulsó de su territorio a los condes reveldes Gómez Núñez (que huye a Francia a través de Los Pirineos y se refugia en un monasterio cluniacense) y a Rodrigo Pérez que fue finalmente readmitido en 1147 en la corte de Alfonso VII por las presiones de la familia Traba tras un largo periodo de ostracismo.
Según avanza el reinado de Alfonso VII, la pérdida de poder de la nobleza gallega en su corte se hace patente. La familia Traba consigue hacerse con la supremacía indiscutible en Galicia. Fernando Yáñez, es junto con los Traba, el noble gallego que logra ganar más poder e influencia en la corte, con clara preeminencia desde 1143 al constituirse como un fiel apoyo del rey en Galicia en la represión de las rebeliones y en la lucha contra Afonso Henriques y los condes Rodrigo Pérez y Gómez Núñez.
En 1144, después de que la rebelión estallara en el emirato almorávide, Alfonso VII decide aprovechar la discordia y envía una expedición militar. Fernando Yáñez fue enviado con refuerzos para apuntalar la resistencia de Ibn Hamdīn a los almorávides en el asedio de Andújar. La intervención de Fernando Yáñez finalmente obligó a Ibn Gāniya a levantar el sitio.
Ese mismo año, Fernando Yáñez se unió al asedio de Córdoba. Y el 17 de julio de 1147 fue con el ejército real a Andújar, donde su firma aparece como testigo de una carta de Alfonso VII. En 1147 estuvo presente en el asedio de Almería. El autor anónimo del Prefatio de Almaria afirma que Fernando Yáñez nunca fue derrotado en la batalla.
Fernando Yáñez consta también como testigo en la última carta del rey emitida en Baeza antes de que el ejército partiera el 19 de agosto de 1147, y nuevamente firma como testigo en la carta real emitida sobre el regreso victorioso del ejército el 25 de noviembre, demostrando que estuvo con el ejército durante toda la campaña. En 1151 estuvo en el sitio de Jaén y en 1152 en el de Guadix. Así, jugó un papel muy destacado en la reconquista cristiana de mediados del siglo XII.
La recompensa de Fernando Yáñez por su servicio a la corona fueron varios feudos o tenencias:
Todos ellos eran feudos fronterizos de suma importancia militar. Su tenencia más destacada fue Montoro, y se le cita como poseedor de ese feudo en veintinueve documentos. Lo obtuvo antes del 22 de mayo de 1150, y en las cartas de 1148 y el 1 de diciembre de 1149 ya se le cita como si lo tuviera. Sin embargo, estas dos últimas son falsas, ya que Montoro aún no había sido capturado. Fernando Yáñez tuvo la tenencia de Talavera desde 1143 hasta 1149, como atestiguan tres documentos, y de Maqueda desde al menos 1146 como muestra una carta real, hasta al menos 1153 según un documento privado.
Fernando Yáñez aparece registrado en varias cartas, como la concesión de otros feudos en Galicia. Una carta real falsa de 1129 lo hace señor de San Pelayo de Lado, en el extremo sur del reino. Esta tenencia es posible, como lo es la de Ginzo de Limia, también en el extremo sur de Galicia, que se registra como su posesión en una carta privada del 8 de junio de 1136. Un documento privado fechado el 19 de abril de 1145 lo cita compartiendo el señorío de Toroño (más o menos coincidente con la diócesis de Tuy) con el conde Gómez Núñez, pero esta carta es muy sospechosa. Registra la concesión de la iglesia de San Martín de Lourezá a un abad llamado Pedro Initiense, que estaba formando una comunidad monástica con algunos compañeros. El obispo Pelayo Menéndez de Tuy otorgó a los monjes los edificios de la iglesia, así como un diezmo de los productos de la tierra allí y en el pueblo de Oya. Este acto debe haber ocurrido, no en 1145, sino antes del 17 de abril de 1139, cuando el rey sometió el monasterio de Lourezá al de Oya, que aún no existía cuando Pelayo cedió sus derechos en el pueblo al naciente monasterio de Lourezá. No obstante, el señorío de Fernando de esta región es probable, ya que Gómez Núñez era su suegro.
Fernando Yáñez se casó con Teresa Gómez, hija del conde Gómez Núñez. Con ella tuvo al menos dos hijos:
También pudo haber tenido dos hijas:
En 1149 Fernando Yáñez legó sus feudos en torno a Tuy a su hijo Pelayo Curvo, que en noviembre de 1152 gobernaba Toroño, probablemente habiendo sucedido a su padre. Tuy y Toroño anteriormente habían estado en poder del conde Gómez Núñez (suegro de Fernando Yáñez y abuelo de Pelayo Curvo, caído en desgracia por traicionar a Alfonso VII y apoyar a Afonso Henriques) y habían sido codiciados por Afonso Henriques por su proximidad a la frontera entre Galicia y Portugal.
Fernando Yáñez aparece documentado por última vez como titular de Montoro el 6 de febrero de 1154. Ese mes tuvo que abandonarlo. El rey se lo había otorgado a Nuño Pérez de Lara con anterioridad al 24 de diciembre de 1154. El 9 de junio de 1147, en Calatrava, mientras dirigía su ejército hacia el sur para atacar Almería, Alfonso VII juzgó un conflicto de propiedad entre Fernando Yáñez y el obispo Martín I de Ourense (1132-1156).
La última acción documentada de Fernando Yáñez fue la donación de su propiedad en Oliveira a la catedral de Tuy por el bien de su alma y la de la reina Urraca. En una carta datada el 24 de agosto de 1154 manifiesta que había recibido Oliveira a través de la generosidad de la reina Urraca, y tambjién elogia la generosidad de Alfonso VII. Aunque la donación no es un testamento, podría haber sido emitida al final de su vida.
Existe constancia de la presencia de Fernando Yáñez en la corte real por última vez el 26 de abril de 1157, poco antes de la muerte de Alfonso VII. No aparece en ningún documento a partir de entonces. Se desconoce la fecha exacta de su muerte.
En 1165 la tenencia de La Limia pertenecía a Alvarus Rodríguez. Erróneamente se ha considerado que este Alvarus Rodríguez era el conde de Sarria. Sin embargo, creemos que se trataba del hijo (o acaso nieto) del conde del Honor del Suarón Rodericus Velaz, cuyo hermano Alvarus Velaz era abuelo de Fernando Yáñez y de Bartolomé Yáñez de Villaamil.
De modo que tras la muerte de Fernando Yáñez la tenencia de La Limia no pasó a los condes de Sarria, sino que continuó en posesión del mismo linaje familiar que hasta entonces la había tenido.
A Jesús Fernández Suarez por toda la información suministrada sobre la genealogía de los descendientes de Tructinio Feliz.